No siempre podemos dedicar el tiempo que queremos al disfrute de ciertas actividades beneficiosas para mente y cuerpo, ya sea por incapacidad de movimiento o transporte, pereza, climatología, trabajo, etc. En los últimos años, ¿cuántas veces me hubiera gustado trasladarme a un lugar? ¿o al desarrollo de una acción compartida? Magias que se escapan y dan espacio y tiempo a los agobios de los días mundanos, donde la monotonía se convierte en una forma de estar, y comparte escenario con otros estadios como el estrés, sentimientos de soledad, y competitividad.
Hay días que levantarse se hace duro, evaluaciones, clases preparadas a fondo y que no llegan, problemas familiares, amenaza de oposición y el deber al estudio, me llevan a un único pensamiento: “que llegue la noche y pueda ver Netflix”.
Contemplar el mar, meter los pies en las lagunas de Ruidera mientras el sol calienta sin quemar, sentarse en la hoz de San Miguel y simplemente contemplar, pasear por el camino de la fábrica con cámara en mano, caminar con mi mejor amiga por el retiro y disfrutar de ella, oírla mientras cuenta experiencias o recuerdos pasados, y reír. Todo esto son escenarios y acciones que viviría al menos una vez en semana. En cambio, algunas de esas acciones seguramente no se repitan a corto o medio plazo.
Por otro lado, es difícil vivir con sensibilidad en un mundo donde debes posicionarte en un lado u otro, donde el razonamiento, las obligaciones con los demás, la estrategia, el guardar las apariencias forman parte de las relaciones personales. La emoción profunda y sincera ya no importa, la empatía, e incluso el cariño. Cada vez es más difícil que surjan complicidades bonitas, ya que no estamos dispuestos a que se den. La moda es buscar otro tipo de satisfacciones que nada tiene que ver con el querer bonito. En la actualidad, debes elegir entre el amor romántico y el amor despegadado ¿No existe “el entre”? El amor no posesivo pero que busca la complicidad y la valentía del querer conocer aunque no exista compromiso hablado o escrito.
“Kigo” es la magia que quiere escapar pero permanece en ese día a día en un lugar constante, donde los meses y las estaciones pasan, aparentemente no dicen nada, pero si paras, contemplas y respiras, te dicen todo. “Kigo” huye de protagonismos, de amistades superficiales y cariños modernos. “Kigo” es la palabra en un poema Haiku que referencia una estación y, por tanto, te traslada a ese lugar que no puedes visitar cuando te gustaría, te permite vivir en ese «entre» que lucha contra la monotonía y los agobios, y reniega de las relaciones superficiales y sin significado. “Kigo” es sencillez, sensibilidad, armonía y estabilidad. “Kigo” es la lucha por buscar la belleza, y el disfrute en todas las cosas.
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