“Pigmentos de éter” es la evolución de “Texturas de Humo”, serie anterior. Además se nutre de aspectos gramaticales utilizados en “Síncopa”. Por tanto, es un compendio de ambas técnicas que está relacionada, al igual que síncopa, con un significado sinestésico y con la representación de lo inmaterial, el humo, o en este caso, el éter.
Por tanto, conceptualmente es la representación de lo inmaterial, o como su propio nombre indica, de lo etéreo, que se contrapone a la solidez física del lienzo con el uso de texturas (arena y papel). El volumen se convierte en un carácter fundamental para crear ese espacio vacío pero lleno de partículas en suspensión que dejan pasar la luz en las tinieblas, formando la variedad tonal de los cuadros.
Para Aristóteles el éter constituía el quinto elemento. Además de tierra, aire, agua y fuego, consideraba que el cielo lo integraba el éter, siendo éste fundamental en la formación de los cuerpos celestes. Asimismo, para él era el elemento más sutil y ligero con respecto al resto, dando sensación de fragilidad.
Todo ello se pretende representar en esta serie llena de contradicciones entre lo inmaterial y lo material, la oscuridad y la luz; la gravedad y la levitación; y la fragilidad y la dureza a golpe de color.
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